sábado, 31 de octubre de 2009

PROBLEMATICA MUNDIAL


Se ha tratado de dar en el mundo desarrollado una nueva "explicación científica" estableciendo una analogía entre la eutanasia y la apoptosis, o muerte celular programada (a diferencia de la necrosis celular), proceso celular genéticamente controlado por el que las células inducen su propia muerte en respuesta a determinados estímulos. Se pone como ejemplo el hecho de que, durante la morfogénesis, muchas células deben morir para que se desarrolle correctamente el organismo (de ahí que se le describa el proceso apoptótico como "suicidio celular").
En los EE.UU., los ciudadanos del estado de Oregon aprobaron en 1994, por medio de un referéndum, el suicidio asistido por médicos para enfermos terminales. En Europa, las legislaciones sobre este asunto son dispares. En general, algunos países admiten implícitamente el "suicidio asistido" (Dinamarca, Italia, Suecia, Suiza, Bélgica, Países Bajos), pero Holanda y Bélgica son los únicos países del mundo que legalizaron la eutanasia, con algunas restricciones. Sin embargo, el Comité Permanente de Médicos Europeos (CPME) no ha querido quedar fuera del debate sobre la legalización de la eutanasia recientemente avivado por la propuesta belga de extenderla a los recién nacidos y ha aprobado una declaración en la que manifiesta su rechazo a esta práctica. El documento ha sido aprobado por todos los miembros del comité, a excepción de los de Holanda. Que en el 2001, se convirtió en el primer país del mundo que reconoce la eutanasia como acto legal, aunque bajo estrictas condiciones. Bélgica aprobó, en el 2002, una ley que autoriza parcialmente la eutanasia, y desde entonces 400 enfermos incurables se han "beneficiado" de esta disposición.
En Alemania, se admite la "eutanasia pasiva", es decir, el cese de tratamientos destinados únicamente a prolongar la vida cuando el enfermo manifieste claramente su deseo de que dichos tratamientos se suspendan. España erradicó desde 1995 el delito de auxilio al suicidio mientras que el gobierno francés ha decidido retomar un proyecto presentado en junio por el diputado Jean Leonetti y examinarlo en la Asamblea Nacional o Cámara Baja antes de finales de 2004."La ley instaurará el derecho a morir con dignidad, planteando que respetar la vida es aceptar la muerte. Con esta ley los enfermos incurables podrán decidir su muerte".
Recientemente en Italia se ha suscitado toda una polémica en torno al caso de la paciente Eluana Engaro, fallecida luego de ser desconectada de la sonda que la mantuvo con vida durante los 17 años que permaneció en coma irreversible, después de un accidente. Este hecho ha llevado a la aprobación en el senado italiano de un proyecto de ley que obliga a mantener la alimentación de personas invalidadas para hacerlo por sí mismas y que deberá ser aprobada por la Cámara de Diputados.
En muchos países se oyen voces que favorecen la aceptación de la eutanasia. Los análisis sociológicos revelan que un elemento característico de su cultura actual es el escamoteo del hecho de la muerte. El hombre es el único ser que tiene conciencia de su muerte, y esto es hasta tal punto esencial, que el marginar o velar la reflexión en torno a ella es "no reconocerse como un ser-para-la-muerte junto con el resto de las posibilidades del existir humano, lo que hará que el hombre no viva una existencia auténticamente humana".


Tres cuestiones complejas están presentes en el debate de la eutanasia: el consenso democrático, la dignidad de la persona humana y la autonomía personal.

El consenso:
El consenso convierte el principio legislativo en la única fuente de verdad y de bien, y deja la vida humana a merced del número de votos emitidos en un Parlamento.
Los derechos humanos no son otorgados por el número de votos obtenidos, ni por la sociedad, ni por los partidos políticos, aunque deben siempre reconocerlos y defenderlos. No se basan tampoco en el consenso social, ya que los derechos los posee cada persona, por ser persona. Las votaciones parlamentarias no modifican la realidad del hombre, ni la verdad sobre el trato que le corresponde.
La dignidad de la vida humana
Ninguna vida carece de valor.
El hecho de nacer y el de morir no son más que hechos y sólo hechos, adornados naturalmente de toda la relevancia que se quiera. Precisamente por ello no pueden ser tenidos como dignos o indignos según las circunstancias en que acontezcan, por la sencilla y elemental evidencia de que el ser humano siempre, en todo caso y situación es excepcionalmente digno, esté naciendo, viviendo o muriendo. Decir lo contrario es ir directamente en contra de lo que nos singulariza y cohesiona como sociedad.
Legalizar la eutanasia es una declaración de derrota social, política y médica ante el enfermo que no acabará con las perplejidades de la vida, ni de la muerte, ni con las dudas de conciencia de los médicos, de los pacientes y de los familiares.
La autonomía personal.
"El derecho a morir no está regulado constitucionalmente, no existe en la Constitución la disponibilidad de la propia vida como tal" Si existiera este derecho absoluto sobre la vida, existirían otros derechos como la posibilidad de vender tus propios órganos o aceptar voluntariamente la esclavitud.
La autonomía personal no es un absoluto. Uno no puede querer la libertad sólo para sí mismo, ya que no hay ser humano sin los demás. Nuestra libertad personal queda siempre conectada a la responsabilidad por todos aquellos que nos rodean y la humanidad entera. La convivencia democrática nos obliga a someternos y a aceptar los impuestos, las normas y las leyes que en ningún momento son cuestionados como límites a la libertad personal.

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